Pasos Perdidos
Aprender a terminar
Traductor: Santiago Martín Bermúdez
Idioma original: francés
Páginas: 128
Primera edición: 2012
ISBN: 978-84-939879-4-7
PVP: 13,90 €
Formato: 13 x 21 cm

Aprender a terminar

Laurent Mauvignier

Aprender a terminar es el monólogo de una mujer que cuida de su marido después de un grave accidente de automóvil y espera que durante esta larga convalecencia pueda renacer su amor. Prepara la casa para cuando llegue del hospital, le cuida, llega a tomar a veces su abandono y su silencio por complicidad, y transforma los meses en que se va recuperando del accidente en una ilusoria luna de miel.

Aprender a terminar es la voz de una mujer, de los recuerdos del tiempo en que ambos eran uno solo, de la esperanza de que volverá a ser todo igual y que su regreso a casa es una nueva oportunidad. Aunque él no lo quiera y ella sepa que se engaña. Porque en su memoria también van apareciendo el desmoronamiento cotidiano de su vida anterior, la incomprensión y el rencor en que se había refugiado.

Aprender a terminar es el desgarro que produce toda ruptura, en la que se mezcla el anhelo por recuperar lo que se ha perdido con la angustia de que no sea posible, la esperanza con la obsesiva presencia de los celos. Pero también es el camino que tiene que recorrer desde la soledad y el miedo a ser abandonada hasta el día en que ya no tiene que bajar los ojos para no ver que él nunca más volverá a mirarla como los hombres miran a las mujeres.

 

 


Laurent Mauvignier
Laurent Mauvignier

Laurent Mauvignier (Tours, 1967), licenciado en Bellas Artes, es uno de los novelistas actuales franceses más prestigiosos, autor de una amplia obra que ha obtenido numerosos premios literarios: Loin d´eux (1999), Ceux d´à côté (2002), Seuls (2004), Le lien (2005), Dans la foule (2006), Des hommes (2009), Ce que j´apelle oubli (2011), Tout mon amour (2012).

Aprender a terminar, su segunda novela traducida al castellano, recibió los premios Second roman, Weppler y Du livre.


Notas de prensa
El Librepensador - 02/03/2013
Aprender a terminar, de Laurent Mauvignier
Por Guillermo Arróniz López

Aprender a terminar, de Laurent Mauvignier

Todas las mañanas cogía el ramo en la planta baja, detrás de la recepción, donde había un puesto de periódicos y un florista; como si a la gente no le hiciera falta más que periódicos y flores para que pasaran los días y no se confesaran que esperaban otra cosa, una voz que les dijera: está mejor, va usted mucho mejor”.

Página 11.

“[…] me decía a mí misma: se arrepentirá, bajará la cabeza y ya no tendré miedo de la casa vacía. Ya no me volveré a preguntar a mí misma: ¿pero quién va a coger la sierra, las tijeras, el martillo, quién va a cortar trozos de hierro o de madera, algo sencillo que solo es peligroso cunado no hay una mano que sepa hacerlo    […]”.

Página 23.

Estamos ante una novela corta que evoca “La mujer rota” de Beauvoir y “Cinco horas con Mario” de Miguel de Delibes. La segunda por tratarse de un monólogo de mujer que reacciona frente a un marido y sus actos, y porque ronda la infidelidad como tema de fondo, aunque haya notables diferencias entre ambos, sin duda alguna. La primera porque se trata de la reacción de una mujer ante el desamor de su esposo, aunque también estemos ante diversas actitudes.

A lo largo de sus ciento veinticinco páginas, la obra nos explica el calvario de una mujer que atiende a su marido tras un accidente de automóvil que lo deja postrado en un hospital, y después en casa, hasta que recupera, lentamente y con mucho esfuerzo la capacidad de andar, siendo ya un logro poder acercarse a comprar el pan o ir a buscar a sus hijos al colegio. Se explica que ha quedado incapacitado para trabajar y que ella tiene, además, que empezar a limpiar en una casa para cubrir las necesidades mientras llegan las indemnizaciones o pensión.

Hasta ahí todo un ejemplo de sacrificio y amor, pero ya desde esa atención hospitalaria se entiende que el marido detesta las flores que su esposa le lleva, el sonido de sus tacones. Algo sucede.

Lo que sucede es que el desamor ya había llegado a la pareja con tres hijos, uno independizado y otros dos en casa. El hombre estaba manteniendo una aventura. Precisamente el accidente parece exorcizar el peligro de que abandone a su familia. Y la mujer empieza a sentir seguridad, su plaza conquistada, el derecho a ser feliz con una esperanzadora relación nuevamente. ¿O no?

Parece mentira cuánto hay que aprender para no gritar., todo el dolor que hay que callar para no verse arrastrada por un diluvio de palabras más destructor que el fuego que acabará conmigo y con todos los que rodeaban, y de esta manera tener la fuerza de proseguir sin tener nada que reprocharse”.

Página 103.

El diálogo interno que el libro desata es absolutamente asombroso en su detallada descripción del pensamiento interno. Las reacciones humanas que surgen después de soterrar los sentimientos. El rencor. Los celos. Las pequeñas anécdotas que destapan el gran torrente que todo lo desborda. Querer cerrar los ojos o enterrar la cabeza frente a una realidad que todos los demás han sido capaces de comprobar –más que de intuir- y que, además, han querido explicarnos.

El autor demuestra un soberbio conocimiento del alma humana y una capacidad asombrosa para presentarla al lector. Este diálogo interior que, a la par de natural, resulta narrativo en grado suficiente para que nos enteremos de qué se nos está contando es un equilibrio magnífico. Está tan bien hecho que parece sencillo. Pero en absoluto lo es. Un exquisito bocado a la realidad… aunque triste.

Acaso - 06/01/2013
Aprender a terminar, de Laurent Mauvignier
Por Daniel Pelegrín

Hace unas semanas publiqué aquí unas notas sobre cuatro novelas de Mauvignier, un autor del que me siento próximo y que me gusta mucho. Allí lamentaba que sólo se hubiese traducido una de sus novelas (la mejor, hasta ahora), Hombres, y que el resto permaneciera inaccesible para los lectores en español. La editorial Pasos Perdidos me escribió para comunicarme que precisamente acaban de publicar la traducción de su segunda novela, Aprender a terminar (Apprendre à finir, Les Éditions de Minuit, 2000), lo que es una excelente noticia. Amablemente me enviaron un ejemplar y, como no es algo que me pase habitualmente (no soy crítico literario profesional ni aspiro a serlo, aunque seguiré compartiendo algunas de mis lecturas), devuelvo el gesto con unas impresiones de mi lectura.

En Aprender a terminar, una mujer narra su impotencia ante la infidelidad y el desprecio de su marido. La novela, lejos de lo que puede indicar el título, no narra una separación, aunque haya efectivamente una ruptura, una toma de conciencia del fin de una relación de pareja. En ese sentido, el título parece más un deseo que un hecho narrable: la ruptura real, la separación de ambos, podría llegar después de acabada la novela, pero eso no se narra, y acaso no importa. Lo que Mauvignier disecciona y analiza, a través de ese monólogo interior, es todo un proceso de sumisión y autoengaño, una apertura progresiva a la implacable realidad de tantas parejas, la fragilidad de lo que se consideraba sólido y duradero, los silencios, las renuncias, las simulaciones, los compromisos que encadenan y las miserias y violencia cotidianas.


En el inicio, la narradora cuenta cómo espera el regreso de su marido del hospital. Así, la novela parte de una aparente fisura: un accidente de automóvil que ha dejado a su marido maltrecho y a su cuidado. Sin embargo, el accidente no trae consigo una mudanza interior, una fisura real: no modifica el rechazo del marido hacia ella, ni pone fin a la relación que éste mantiene con otra mujer. Él, sencillamente, está imposibilitado para volver a hacer sus escapadas. Esa imposibilidad crea en ella la ilusión de que todo puede cambiar, de que con su cuidado y apoyo ella puede intentar modificar algo, volver a ser una pareja, un nosotros, más allá de dos seres que viven bajo el mismo techo con sus dos hijos. Ahí comienzan las esperanzas rotas, los recuerdos de cuando todo era diáfano y hermoso, pero también de los celos y la crueldad de ese hombre incapaz de romper, de terminar. Tan incapaz como ella misma.


La voz narradora, como ocurre en el resto de libros de Mauvignier, no busca imitar los registros previsibles de un ama de casa. Es un discurso complejo narrado con un ritmo y un estilo trabajados, un aliento y un ritmo que en algunos pasajes recuerdan (¿más que en otras de sus novelas?) la prosa hipnótica de Thomas Bernhard. Más allá de esta impresión (que no afecta a las preocupaciones de ambos autores, en modo alguno asimilables), Mauvignier realiza un trabajo sobrio e implacable, dentro de un realismo que, sin buscar la denuncia como fin literario, la contiene mediante la propia exposición de la desgracia como fuente de denuncia en sí misma.

El placer de la lectura - 30/12/2012
Aprender a terminar de Laurent Mauvignier
Por Rafael Martín

Desde que la mujer de Mario se pasó cinco horas hablando con su difunto esposo, y Molly Bloom volcara todo su rencor en el último capítulo del Ulises, quedaron claramente expuestas las posibilidades del monólogo femenino como género literario. Mauvignier las aprovecha para transmitirnos las angustias, esperanzas, miedos y rencores de quien, habiendo asumido la pérdida de su marido, se encuentra ante la inesperada posibilidad de recuperarlo.

Y es que el azar, en forma de grave accidente, le ofrece a la protagonista la oportunidad de hacerse imprescindible, proporcionando atenciones y cuidados a aquel que, postrado en el hospital y luego en casa, no los desea ni alienta, acompañándolo en su lenta recuperación y aplaudiendo sus pequeños progresos diarios.

La narradora nos habla de las renovadas ganas de vivir que la invaden, de la oportunidad de volver a los tiempos anteriores a los reproches y al odio agazapado, cuando aún no resonaban por el hogar los gritos que asustaban a sus hijos, el mayor protegiendo al pequeño en el sótano, alejándose ambos de una violencia que no comprenden. Incluso cree poder olvidarlo todo, hasta la existencia de aquella que ocupó su lugar. Pero también sabremos del miedo a que todo su esfuerzo sea inútil, a que esos paseos que permiten al convaleciente aventurarse cada vez más lejos, acaben alejándolo también de ella. Un miedo tan torturante a volver a sentir el dolor de la pérdida que casi desea que se produzca ya la derrota, y que mina su autoestima llevándola a afirmar que “no he sabido ser la que él quería”.

De él averiguaremos que era basurero antes del accidente, que tuvo una traumática participación en la guerra de Argelia, como los personajes de Hombres, la otra novela de Mauvignier traducida al castellano, y que la rutina de la vida en su hogar del extrarradio acabó por alejarle de él. Pero desconocemos sus pensamientos y desconfiamos, como la narradora, de sus intenciones. Porque la nueva rutina de la rehabilitación puede volver a convocar sus deseos de huida.

Mientras, ella, obligada ahora a sostener a la familia, limpia casas por hora y sigue buscando en sus recuerdos los indicios que debieron alertarla del desastre.

Un conflicto cotidiano con el que el autor realiza un ejercicio de estilo, mostrando gran habilidad para la descripción minuciosa, y en el que se nos advierte de ciertos peligros derivados de un exceso de esperanza, señalando, además, que terminar un proceso doloroso puede ser “la única forma de que podamos soñar que todos los comienzos son posibles”.

El Mundo.es - 17/12/2012
Siete libros al corazón
Por Alejandro Gándara

"Aprender a terminar", de Laurent Mauvignier.

Hay que amar tanto como saber cuándo ha terminado el amor: atraverse a saber que nada de lo de antes está ya. Y cuidarse de los demonios, del deseo de que nada cambie cuando todo ha cambiado, de la esperanza que venenosamente destila el desprecio, de las ilusiones que genera el daño. Debemos aprender a decir adiós. No es fácil: ¿qué hacemos con todo el amor que hemos dado? ¿Qué hacemos con todo el amor que aún sentimos? Escarbar en ello no es desde luego la mejor medicina. Es preciso dejar que el amor repose, que se mantenga en pie hasta que ya no pueda sostenerse y que luego se venga abajo silenciosamente al tiempo que nos levantamos y abrimos la ventana para que entre el día. Lo demás es tormento.

La voz de Galicia - Culturas - 15/12/2012
Recuento de los dolores de la ruptura
Por Héctor J. Porto

En su anterior —y única— novela publicada en España, Hombres (Anagrama, 2011), Laurent Mauvignier  (Tours, 1967) abordaba a través del personaje de Bernard y la voz de Rabut el traumático penar de varias generaciones que protagonizaron la ocupación colonial de Argelia con el colofón de aquella guerra de independencia que concluyó en 1962. Un viaje al pasado africano que tiene entre sus grandes especialistas a Lobo Antunes, en lo que se refiere, claro está, al caso portugués de Angola, aunque en este pesa mucho la experiencia vivida en carne propia (Mauvignier actúa vicaria pero íntimamente: su padre —que pasó más de dos años en Argelia y nunca quiso hablarle del conflicto— se suicidó cuando él era solo un adolescente). Cuatro decenios después de haber pasado obligadamente por Argelia, Bernard no ha superado aquel servicio militar y vive perdido, aniquilado por los fantasmas, recreado en su marginación. Con un planteamiento narrativo muy similar, construido sobre la novelización de la conciencia, sobre el pasado, y con un relato aparentemente caótico, atropellado, desgarrado, que se va sosegando poco a poco (nunca demasiado), Mauvignier expone en Aprender a terminar el recuento de dolores del amor que agoniza, del matrimonio que se resquebraja, mediante el monólogo enfebrecido de una mujer que trata de comprender —o mejor, de evitar comprender— la verdadera situación de su relación de pareja, o su posición ante ella. Y es que no quiere enfrentarse a los hechos, se niega a aceptar que su esposo tiene una amante, y que seguirá teniéndola —¿o a lo mejor lo han dejado?— pese al ínterin en que ha regresado a ella forzado por un accidente que lo ha dejado temporalmente inmovilizado. Ella prefiere no ver la realidad, hasta en la violencia que reina en su no-comunicación, en la postración de él, que solo admite su presencia, su ayuda, humillado por las circunstancias de un imponderable. Ella se aferra al clavo ardiendo, cree que todo volverá a ser como en el inicio del enamoramiento, que su estancia en casa lo devolverá finalmente a sus brazos. Y así rechaza incluso las señales que le envían sus hijos, los gestos de ellos, los de él. Hasta que... Una novela dura, ambiciosa, con ciertos leves desequilibrios pero muy recomendable.

Calificación ??? (sobre tres)

Ei Imparcial - 13/12/2012
Laurent Mauvignier conversa con Juan Madrid en el Instituto Francés
Por Jacinta Cremades

Uno de los escritores más prestigiosos hoy en día en Francia, Laurent Mauvignier (Tours, 1967) está en España para promocionar su segundo libro publicado en español, Aprender a terminar. Mauvignier es autor de una amplia obra literaria como Seuls (2004), Dans la foule (2006), Ce que j’appelle oubli (2011) o su última novela publicada en Francia Tout mon amour (2012), y ha obtenido muchos premios en su país.

Aprender a terminar, su segunda novela traducida al castellano, recibió los premios Weppler en 2000, y Second roman de las librerías y Du livre Inter en 2001. Escrita bajo la forma del monólogo, es la voz de una mujer que cuida de su marido después de un grave accidente de automóvil y espera que durante esa larga convalecencia pueda renacer su amor. Prepara la casa para cuando llegue del hospital, le cuida, llega a tomar a veces su abandono y su silencio por complicidad y transforma los meses en que se va recuperando del accidente en una ilusoria luna de miel. En el libro encontramos recuerdos y la esperanza de que todo siga igual a la vez que la voz de la mujer se va desmoronando ante el desgarro de toda perdida.

Presentará la novela, el escritor Juan Madrid (Málaga, 1947). Escritor muy prolífico, Juan Madrid ha cultivado varios géneros literarios, especialmente la novela negra, y ha escrito para varios periódicos. Es también guionista de cine y televisión, y dos de sus novelas, Días contados y Tánger, han sido llevadas al cine.

El País - 01/12/2012
Aprender a terminar
Por Francisco Solano

Anterior a Hombres (Anagrama, 2011), la otra novela publicada en español del francés Laurent Mauvignier (Tours, 1967), Aprender a terminar se asemeja a ella por la atracción fatal del autor por la maquinaria de la conciencia. Pero si allí la introspección era de orden político, aquí se trata de un compromiso matrimonial. En esta novela todo se emplaza en el minucioso registro de una mujer que, a partir de un grave accidente de su marido del que se recupera en su casa, reconstruye su vida en común, los sometimientos y autoengaños, y el deterioro amoroso que la mujer refrenda al tiempo que intenta inútilmente evitar. Como es habitual en este tipo de narración, todo se aventura a la voz narrativa, y ésta termina importando más que lo que la voz cuenta. En este caso, la emotividad previa, articulada con un sonsonete anafórico que parece querer diferir lo que intenta expresar, se erige por encima de los hechos, y con esta reiteración el texto produce una envolvente hipocondría que lleva a la mujer a un lacerante hostigamiento: “Podría decirme que seré como una viuda a la que han arrebatado el cadáver que hubiera querido llorar”. Esa excitación del arrebato amoroso, desprovisto del objeto de amor, esa lealtad igualmente imposible y confusa, y no obstante deseada, sin duda es lo más apreciable de esta novela. La voz de la desgracia no apela aquí a ningún tribunal; se habla a sí misma y escuchándose se consuela, y al lector le queda apenas la impotencia de contemplar la tribulación de esta mujer como una deriva natural del fracaso del amor. Nunca está de más que un tema tan inagotable se exponga otra vez, con un subterráneo ritmo poético, con una nueva melancolía.


 
Pasos Perdidos 2011
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